martes, 17 de julio de 2012

CARTA DE INVITACIÓN, REFLEJO DE GRAN PREOCUPACIÓN


Por Armando Maya Castro

El pasado sábado, el Apóstol de Jesucristo, Hermano Samuel Joaquín Flores, envió una Epístola Universal a los fieles de la Iglesia La Luz del Mundo, invitándolos a celebrar la Santa Cena que Jesucristo instituyó en memoria de su sacrificio redentor. La celebración de este sagrado memorial tendrá lugar el próximo 14 de agosto en el templo sede internacional de esta Asociación Religiosa, así como en las demás sedes dispuestas para la realización de tan sublime ceremonia. 

La carta fue leída y explicada en la mayoría de las iglesias durante el desarrollo de la reunión más importante de la semana: la escuela dominical, donde la totalidad de los fieles fueron testigos del amor y grande preocupación del Director Internacional de la Iglesia, quien cumple puntualmente su ministerio apostólico al otorgar la correcta orientación doctrinal sobre la forma en que se debe participar del pan y el vino, elementos que durante el desarrollo de la Santa Cena representan el cuerpo y la sangre de Cristo.

El interés y ruego del Apóstol de Dios no se limita a que los cientos de miles de fieles que han sido convocados lleguen sanos y salvos a la ciudad de Guadalajara, sino que Dios les conceda a todos ellos “llegar en una vida de santidad”, tomando en cuenta que han sido convidados a la Santa Cena, participación que exige de todos una vida acorde al carácter santo de dicha solemnidad. 

Aunado a su demanda apostólica aparece también su consejo: “Consagrémonos en estos días, uniéndonos a nuestra familia real y espiritual, como lo entendió Cristo: «¿Quién es mi madre y mis hermanos?» (Mar. 3:33-34)”. Esta familia es el conjunto de fieles que se preparan en todo momento a través del cumplimiento de la voluntad de Dios. 

En su edificante carta, el Apóstol de Jesucristo deja en claro que él espera que Dios renueve en los miembros de la Iglesia universal los sentimientos del principio, y que sea ese Dios quien fortalezca la decisión y vida de todos ellos a través de la fe y del amor, virtudes útiles y necesarias para lograr una vida íntegra en esta tierra, y la salvación eterna en el reino de los cielos.

Tras expresar su anhelo por la llegada de esos momentos de gloria, y de anunciar que el perdón de Dios será otorgado el día 14 de agosto a quienes busquen con arrepentimiento la misericordia de Dios, el Apóstol de Jesucristo se despidió expresando a sus invitados las siguientes palabras: ¡Dios os cuide en vuestra peregrinación del propósito santo, conduciéndonos siempre bajo su bondad!…”.

Y mientras esta epístola es motivo de alegría, y objeto de análisis espiritual en las iglesias esparcidas en los cinco continentes, en Guadalajara los preparativos para la fiesta más grande de toda la tierra siguen su curso, a fin de contar con la logística para la atención de los más de 300 mil fieles que se reunirán en esta ciudad del 7 al 15 de agosto.

Es importante mencionar que el origen de la Santa Cena se remonta al siglo I de nuestra Era, tal como lo refiere el Apóstol Pablo: “Porque yo recibí lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió y dijo: «Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí». Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: «Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis en memoria de mí»”.

Desde entonces, la Iglesia de Jesucristo, siguiendo las directrices de los apóstoles, ha venido celebrando la Santa Cena, procurando alcanzar mediante una participación digna los beneficios espirituales que esta celebración trae consigo.  

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