sábado, 14 de julio de 2012

INFANCIA, VIOLENCIA Y DISCAPACIDAD


Por Armando Maya Castro

La Convención sobre los Derechos del Niño de las Naciones Unidas establece en el artículo 19 que “los Estados Partes adoptarán todas las medidas legislativas, administrativas, sociales y educativas apropiadas para proteger al niño contra toda forma de perjuicio o abuso físico o mental, descuido o trato negligente, malos tratos o explotación, incluido el abuso sexual, mientras el niño se encuentre bajo la custodia de los padres, de un representante legal o de cualquier otra persona que lo tenga a su cargo”. 

El 21 de septiembre de 1990, México ratificó la citada Convención, y a partir de entonces ha desarrollado diversas acciones orientadas a la promoción y defensa de los derechos de la infancia, logrando importantes avances jurídicos relativos a la protección integral de dichos derechos. 

Lo anterior no significa que la violencia en agravio de los niños no constituya un serio problema en nuestro país. Hasta hace poco tiempo, México ocupaba el primer lugar en violencia física, abuso sexual y homicidios de menores de 14 años entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). 

Los siguientes datos, además de ser categóricos, revelan en dónde nos encontramos en materia de violencia infantil. En el año 2000, se realizó un ejercicio de Consulta paralela a las elecciones federales, en la que participaron 4 millones de niños/as y adolescentes de 6 a 17 años. El “28 % de los niños/as de 6 a 9 años respondieron que son tratados con violencia en su familia y 32% en la escuela” (Instituto Federal Electoral 2000). 

Tres años después, el IFE realizó una nueva Consulta, en la que participaron 3 millones de niños y adolescentes de 6 a 17 años. “Los niños de 6 a 9 años volvieron a reportar cifras muy elevadas de maltrato” en el ámbito familiar: el 28% dijo “me pegan”, el 14% dijo “me insultan” y el 3.5% dijo “abusan de mi cuerpo”. Respecto a la violencia escolar, que se ha convertido en un factor determinante de la deserción escolar, el 16% de los menores encuestados aseguró ser golpeado, y el 3.5% dijo ser objeto de abuso sexual.
 
Tiene razón Elena Azaola Garrido, autora del libro “Crimen, Castigo y Violencias en México” cuando asegura que las anteriores cifras "resultan sumamente elevadas y preocupantes pues representan casi una tercera parte de todos los niños/as de 6 a 9 años del país". ¿Qué evidencia todo esto? Que la nuestra es una sociedad que se encuentra sumergida en una profunda crisis de valores, cuyas consecuencias sufren en mayor medida los niños y adolescentes. 

Si el maltrato en agravio de los niños es indignante, mucho más lo es cuando esa violencia se despliega contra niños que, por alguna discapacidad, son mucho más vulnerables. The Lancet, la revista médica Británica que –según Diego Campos– “nació no sólo para informar sino también para reformar”, acaba de publicar un estudio que le fue solicitado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), de acuerdo con el cual, los niños discapacitados son víctimas de alguna forma de violencia con una frecuencia casi 4 veces mayor que los niños sanos.

Para el doctor Etienne Krug, director del Departamento de Prevención de la Violencia y los Traumatismos y Discapacidad de la OMS, esta revisión demuestra “que los niños con discapacidad son desproporcionadamente vulnerables a la violencia y que sus necesidades se han desatendido por demasiado tiempo”.

Los siguientes ejemplos demuestran el grado de violencia que se ejerce en contra los niños con alguna discapacidad. En Estados Unidos, en la escuela Rotenberg, situada en Canton, Massachusetts, el niño autista André McCollins fue víctima de maltrato por parte de sus profesores, quienes lo ataron y le propinaron diversas descargas eléctricas a lo largo de 7 horas, sólo porque  se negó a quitarse el abrigo que llevaba puesto. 

En la ciudad de Hudson de esa misma nación, el niño Jacob Amatuccio, de 14 años de edad, reveló a su madre que un maestro de su escuela lo castigaba diariamente encerrándole en una caja de cartón del tamaño de un refrigerador en otra aula. Este pequeño tenía necesidades especiales desde que una lesión cerebral lo dejó parapléjico. 

Casos como los anteriores abundan no sólo es la Unión Americana, sino en la mayoría de las naciones del mundo. Los medios de comunicación de diversos países han publicado los casos de niños discapacitados que han sido víctimas de abuso sexual por parte de familiares, maestros y hasta sacerdotes y monjas de la Iglesia católica. Estará de acuerdo conmigo, estimado lector, que es urgente que las autoridades de México y de las demás naciones realicen mayores esfuerzos para frenar la violencia causante del dolor, daño y humillación de los menores de edad.

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