martes, 27 de junio de 2017

LA LUCHA CONTRA LA TORTURA

Por Armando Maya Castro
La aplicación de electroshocks, uno de los métodos de tortura que actualmente es utilizado por diversas corporaciones policiacas, y hasta por la CIA (Foto: ABC) 

Este 26 de junio se cumplieron 30 años de la entrada en vigor de la Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes. El artículo 1º de este importante documento define la tortura de la siguiente manera: 

“…todo acto por el cual se inflija intencionadamente a una persona dolores o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, con el fin de obtener de ella o de un tercero información o una confesión, de castigarla por un acto que haya cometido, o se sospeche que ha cometido, o de intimidar o coaccionar a esa persona o a otras, o por cualquier razón basada en cualquier tipo de discriminación, cuando dichos dolores o sufrimientos sean infligidos por un funcionario público u otra persona en el ejercicio de funciones públicas, a instigación suya, o con su consentimiento o aquiescencia. No se considerarán torturas los dolores o sufrimientos que sean consecuencia únicamente de sanciones legítimas, o que sean inherentes o incidentales a éstas”.

La tortura que, según Amnistía Internacional (2014), se emplea en nuestro tiempo para "obtener confesiones o incriminar a otras personas", así como para “castigar, obtener dinero mediante extorsión, controlar, intimidad y humillar", es un mal que data de la más remota antigüedad. 
Estuvo presente en el sistema legal de Grecia y de Roma, donde “fue ejercida ampliamente contra los esclavos como forma diaria de obligarlos a obedecer y a temer a sus dueños”, refiere Pareja (2013).

En el Imperio Romano, señala Figueroa (2012), “la tortura estaba institucionalizada y las declaraciones de los esclavos obtenidas bajo tortura eran aceptadas judicialmente en el tribunal”. Al referirse a los castigos de ese periodo histórico, el autor antes mencionado apunta: "En materia de castigos existía la pena de muerte; la hoguera; la lapidación; la crucifixión; la furca; el devoramiento por animales; y las multas”.

Aristóteles consideraba la tortura en La Retórica “dentro de las 5 pruebas extrínsecas utilizables en los procesos legales: las leyes, la costumbre, los testigos, la tortura y los juramentos”, expone Alfredo Jadresic Vargas, quien trae a la memoria lo que Edward Peters escribía sobre el flagelo que nos ocupa: "...la cuestión del sadismo entre los torturadores es compleja. La institución de la tortura crea tantos sádicos como los que atrae."

Morris (1996) refiere que en la Edad Media "la tortura fue realmente legal. Era un medio autorizado para obtener confesiones en tiempos en que las confesiones, de súbito, cobraron importancia crucial". En más sobre la tortura que imperó en el medievo, Pareja (2013) afirma que este bárbaro y monstruoso mal “era parte del ritual común y corriente utilizado por la inquisición para obtener la 'confesión del hereje'. La Bula papal "Ad extirpanda" de Inocencio IV, expedida en 1252, justificó el uso de la tortura por parte de la Inquisición", contradiciendo los métodos de amor con que Cristo y sus apóstoles predicaron el Evangelio en el siglo I de nuestra era. 

“A partir del siglo XVIII la tortura comienza a perder su carácter legal, judicial y público y empiezan los procesos que tratarán de derogarla, al menos, en teoría”, nos dice Barros (2014), quien en seguida hace públicos los logros de los países que trabajaron decididamente en la erradicación de este penoso mal: “…fue prohibida en Austria (1776), en Suecia (1734), en Toscana (1786), en Francia (1789), en Hungría (1776), en Prusia (1754). Al inicio del siglo XIX había sido eliminada del procedimiento legal en prácticamente toda Europa Occidental".

A pesar de esos avances, y de las leyes que han sido creadas para abatir la tortura, los casos en la materia son una práctica cotidiana en nuestro país. La cifras que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) diera a conocer en el marco del Día Internacional de las Naciones Unidas en Apoyo de las Víctimas de la Tortura, conmemorado este lunes 26 de junio, dejan constancia de la gravedad del problema: En México, "del 2000 a mayo de 2017 el organismo ha recibido 417 quejas por tortura y ha emitido 100 recomendaciones, una de ellas por un caso de violaciones graves a derechos humanos; en 17 casos hubo desistimiento y en 47 se acumularon" (El Universal, 26 de junio de 2017).

Por la cantidad y gravedad de los casos de tortura en México, la CNDH pidió ayer “intensificar las acciones de prevención generando garantías de no repetición frente a estas lesivas violaciones a los derechos humanos”. El organismo encargado de la protección y defensa de los derechos humanos en México aprovechó el Día Internacional de las Naciones Unidas en Apoyo de las Víctimas de la Tortura para instar a las autoridades a “combatir la impunidad, sancionar a aquellos que conciben o autorizan cualquier forma de tortura o trato cruel, inhumano o degradante enfatizando que esta práctica es inaceptable” (Proceso, 26 de junio de 2017). 

Los mexicanos esperamos que el llamado de la CNDH, así como la publicación, este lunes, en el Diario Oficial de la Federación (DOF) de la Ley General para Prevenir, Investigar y Sancionar la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, logren debilitar significativamente el flagelo de la tortura en México. 


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