domingo, 24 de septiembre de 2017

MÉXICO SOLIDARIO

Por Armando Maya Castro

Hoy, como hace 32 años, el pueblo de México ha dado muestras indubitables de solidaridad y organización (Foto: Masdemx).

Primero el simulacro, en el 32 aniversario del terremoto del 19 de septiembre de 1985; luego la trágica realidad: un sismo de magnitud 7.1 grados en la escala de Richter que el pasado martes estremeció con violencia al centro de la República Mexicana, lo que provocó el desplome de más de 30 edificios en varios puntos de la Ciudad de México y, hasta ahora, 152 muertos, más de 800 heridos, 214 desaparecidos y 52 personas rescatadas de entre los escombros. El saldo preliminar en todos los estados golpeados por el temblor es de 291 muertos y 2,633 lesionados. 

Hasta el momento de escribir mi columna, el Servicio Sismológico Nacional (SSN) había registrado 39 réplicas menores del sismo del pasado 19 de septiembre, la mayor de ellas de cuatro grados. 

Y a propósito de réplicas, es obligado mencionar que lo que más se ha replicado en la Ciudad de México, así como en los estados de Morelos, Puebla, Edomex y Guerrero, es la solidaridad de los ciudadanos dispuestos a ayudar, esos que suelen adelantarse a la reacción de las autoridades, aunque esta vez no tanto como sucedió tras el terremoto de 8.3 grados, acaecido hace 32 años. 

En ese tiempo, la Ciudad de México tenía 18 millones de habitantes, pero no la tecnología actual. No se contaba con smartphones, redes sociales, WhatsApp y escáneres térmicos que ayudan a localizar vida bajo los escombros. Era aún el Distrito Federal, gobernado por el regente Ramón Aguirre Velázquez, hombre cercano al presidente Miguel de la Madrid Hurtado y aspirante a sucederlo en la presidencia. 

El sismo con una duración de poco más de dos minutos, aparte de ensañarse con los capitalinos, evidenció la incapacidad del gobierno encabezado por De la Madrid, quien se acuarteló en Los Pinos y Palacio Nacional en vez de apersonarse en la zona siniestrada, en donde miles de ciudadanos, como hormigas, se organizaron para localizar y rescatar sobrevivientes. Esta admirable reacción de los ciudadanos, desprovistos de los actuales avances tecnológicos, ha sido denominada por algunos como “el despertar de la sociedad civil”.

Aparte de su reacción lenta e inadecuada, el gobierno se equivocó al rechazar la ayuda internacional, afirmando que nuestro país estaba preparado para afrontar la situación sin la ayuda externa: “México tiene los suficientes recursos y unidos, pueblo y gobierno, saldremos adelante. Agradecemos las buenas intenciones, pero somos autosuficientes", declaró a medios (Poniatowska, 1988).

La acción demoledora del sismo del 85 provocó severos daños materiales en la ciudad de México, “donde la destrucción afectó a una mayor cantidad de gente: provocó daños en 5,728 inmuebles, derrumbando totalmente 465. El 68 por ciento de las viviendas afectadas (100,000) eran habitaciones familiares, por lo que quedaron sin casa cerca de medio millón de personas” (Isunza, 2001). 

El sismo del pasado martes provocó el colapso de menos edificios que los que se desplomaron en 1985, así como una reacción menos tardía y mejor organizada de las autoridades de gobierno, pero la solidaridad ciudadana ha sido la misma, lo que demuestra que México sigue siendo un pueblo unido y solidario. 

Hoy, como hace 32 años, miles de voluntarios han participado en las labores de rescate bajo la coordinación de la Marina y del Ejército Mexicano. Los que no pueden realizar proezas como las que llevan a cabo los topos, han participado en otras labores o enviando a los acopios medicinas y material de curación, alimentos preparados para rescatistas y voluntarios, así como equipos de rescate y retiro de escombros (picos, palas, mazos, guantes, etcétera), agua embotellada, alimentos enlatados, medicinas, etcétera. La ayuda ha sido tanta que el presidente de la Cruz Roja Mexicana calificó como “increíble” la bondad y apoyo de la gente.

Publicado en la edición impresa de El Occidental, el sábado 23 de septiembre de 2017.


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